Un mismo patrón embrionario regula el tamaño de los dientes de los homínidos, según revela un estudio realizado por un equipo internacional, que se detalla en un artículo publicado en la revista 'Nature'. Gracias a herramientas de embriología, anatomía comparada y biología computacional, los autores vieron que una sutil alteración en la expresión de esa regla explica la variación de patrones en el tamaño de los dientes que se encuentran a lo largo de toda la historia de la evolución humana.
"Uno
de los hallazgos más interesantes de este nuevo estudio es que el
tamaño de los dientes, incluyendo los molares, en los humanos
modernos y los homínidos fósiles, se
ajusta a las predicciones de una sola regla de desarrollo simple y
elegante llamada 'cascada inhibitoria", resume
el coautor Gary Schwartz, paleoantropólogo del Instituto de Orígenes
Humanos y la Escuela de la Evolución Humana y Cambio Social (SHESC,
por sus siglas en inglés) de la Universidad Estatal de Arizona (ASU,
por sus siglas en inglés).
El
tamaño reducido de los dientes posteriores, o molares, es uno de los
atributos que definen la separación de los humanos modernos de los
homínidos (nuestros parientes extintos). Los primeros homínidos,
conocidos colectivamente como australopitecinos (el mejor ejemplo de
ellos es "Lucy", un miembro de la especie 'Australopithecus
afarensis'), tenían
dientes más grandes en general y sus molares más grandes se sitúan
más cerca de la parte posterior de la boca.
Especies
fósiles dentro de nuestro propio género, 'Homo,' no sólo tenían
dientes más pequeños, sino que sus molares más grandes estaban
situados cerca de la mitad de su mandíbula. Esta
tendencia a la reducción en el tamaño molar continúa en los
humanos modernos, con algunas personas que nunca pueden desarrollar
el molar de más atrás, la llamada muela del juicio.
Aunque
estas diferencias se han vinculado tradicionalmente a las variaciones
en la función y la dieta, restricciones durante el desarrollo dental
juegan un papel importante en cómo y por qué los dientes crecen
para tener un cierto tamaño. "Bajo esta simple regla,
descubierta en investigaciones anteriores en ratones, el tamaño de
un molar regula el desarrollo de sus vecinos, lo
que limita el tamaño de los dientes en desarrollo ulterior",
añade Susanne Daly, coautora y estudiante de doctorado en
Antropología Evolutiva en ASU.
Mientras
que el interés en esta regla paleoantropológica se centra
principalmente en el desarrollo dental de los dientes permanentes,
los investigadores tuvieron el presentimiento de que esto era sólo
una parte de la historia. "La mayoría de los mamíferos,
incluyendo todos los seres humanos y todos los ancestros humanos
extintos, tienen dos juegos de dientes: un conjunto de leche o
dientes 'bebé', y un conjunto de adultos", resalta Kierstin
Catlett, coautora y candidata doctoral en Antropología Evolutiva en
ASU.
El
tamaño de los dients de leche influye en los definitivos
"Los
molares de leche y los molares adultos son elementos críticos para
descomponer los alimentos a la hora de alimentar el cuerpo en
desarrollo de un individuo y el cerebro --continúa Catlett--. A
medida que los dientes de leche y los dientes permanentes se
desarrollan junto con las caras en crecimiento,
no es sorprendente pensar que un grupo tiene una poderosa influencia
sobre cómo se desarrolla el otro juego", agrega Schwartz.
Los
investigadores encontraron fuerte evidencia de que el modelo de
cascada inhibitoria para los molares adultos era un resultado directo
de lo grande que sus molares de leche eran. "Sorprendentemente,
el tamaño de los molares de leche, cuyo desarrollo
se inicia antes del nacimiento, tiene un poderoso efecto en cascada
sobre el tamaño de los molares adultos",
dice Catlett.
Este
resultado animó al equipo a examinar los dientes de homínidos
fósiles de los últimos 5 millones de años, centrándose ahora en
los molares de leche y los molares adultos juntos, como un conjunto
de desarrollo vinculado. Así, hallaron que los australopitecinos
tendían a seguir un patrón, mientras que en algún momento hace
unos 2,8 millones de años, un nuevo patrón surgió en los miembros
de nuestro propio género 'Homo'.
Esto
sugiere que las presiones selectivas que conducen a este cambio en el
patrón eran una adaptación clave en el linaje que condujo a los
humanos modernos. "Una
implicación importante de este trabajo es el poder predictivo del
modelo, que ahora permite a los paleoantropólogos predecir el tamaño
de los dientes perdidos de los fósiles",
apunta Kathleen Paul, estudiante de doctorado y coautora desde el
Centro de Investigación Bioarqueológica de SHESC.
Parece
que hay un baile coordinado en el desarrollo de los dientes de leche
y adultos, de tal manera que pequeñas desviaciones pueden producir
cambios profundos en cascada. "Lo que es realmente interesante
es que nuestros resultados se ajustan a una imagen emergente de que
sólo una muy pequeña cantidad de cambios durante el desarrollo, no
una reorganización general, es suficiente para generar toda una gama
de diferentes anatomías, incluyendo la gran diversidad de tamaños
de los dientes de nuestros antepasados", concluye Schwartz.
Fuente:
La Opinión de Málaga
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